lunes, 2 de abril de 2007

La Fraternidad.

El primer acto guerrero fue, según lo que llamamos Historia Sagrada, la de la Biblia, el asesinato de Abel por su hermano Caín. Fue una muerte fraternal, entre hermanos; el primer acto de fraternidad. Y dice el Génesis que fue Caín, el fratricida, el que primero edificó una ciudad, a la que llamó con el nombre de su hijo. Y en aquella ciudad, “polis”, debió empezar la vida civil, política, la civilidad y la civilización.

Muy contrario a esto el significado de la palabra “fraternidad” encierra “unión y buena correspondencia; amor y cariño reinante entre hermanos”. Es fraterno, aquel que auxilia a otro en el infortunio, le ayuda en sus obras virtuosas, le guarda inviolables sus secretos y le defiende su reputación. La fraternidad es lealtad en la ausencia y solidaridad sin necesidad de presencia.

La fraternidad constituyó la auténtica prédica de JeBús, como fue, también, el profundo contenido de las enseñanzas de otro de los 9 Grandes Iniciados, Krishna, por eso, muchos aprendieron a repetir las palabras del Nazareno; pero pocos, muy pocos, han podido comprenderlas, y aquellos que dicen saber contener y ejercer las palabras de JeBús, solamente viven inmersos en un mundo derramado de inconsecuencias e intolerancia.

Si el sentimiento de fraternidad no fuera parte de nuestra vida cotidiana, no seríamos capaces de repudiar el egoísmo, de hacer a un lado la vileza y de rechazar la ingratitud. En ausencia de fraternidad, nos dominará la ambición que nos enfrenta como fieras y a la vez nos despedazará.

Si amigos míos, realmente es buena la unidad entre las personas, como dicen por ahí, en la unión está la fuerza, pero también deben tener en cuenta que ninguna cadena es más fuerte que el más débil de sus eslabones, por lo tanto si un eslabón esta a punto de fallar, es la cadena la que falla.





Por lo que en el augusto camino de nuestras vidas tenemos la inquebrantable mision de seguir fortaleciendo una verdadera fraternidad, de tal manera que nos aceptemos los unos a los otros, con nuestras virtudes y con nuestras debilidades y con nuestras flaquezas. Debemos buscar por los medios que estén a nuestro alcance, la verdadera fraternidad; conscientes estamos que esto no es fácil, todos debemos poner nuestro grano de arena, hacer a un lado nuestros ideales personales y pensar sólo y solamente en el respeto y las bienaventuranzas de los seres humanos.


“Aquel que duda y no investiga, se torna no sólo ignorante, sino también injusto”



Lord Tomás.